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Cartas desde mi celda

Pasión por las pollas

He ido a pocas despedidas de soltera. En concreto, a dos. Suficiente para saber que el rollo habitual, el de las pollas en la cabeza y los Boys que hacen “estriptís”, no me mola nada. En ambas estuve en una sala de fiestas, y el tema consistía en gritar como una loca cuando salía el Boy, como si hubiera un premio de Miss Grito o algo así. Por supuesto, hay que ir disfrazadas de algo –normalmente de “algo” indefinible- y con unas cuantas pollas, pollones o pollitas colgadas, que se note que vas de despedida. Y cuando sale el Boy, imprescindible gritar “tío bueno” histérica perdida y aullar como una posesa cuando asome el bicho medio empalmado. Como si la polla fuera algo extraordinario y esa noche se abriera por fin la veda. La vergüenza que me provocan estas situaciones –mía y ajena- la neutralizo con buenas dosis de alcohol, así que yo soy una más de esas que gritan cosas, pero la verdad es que no me encuentro en mi salsa. En la primera despedida, a mitad de actuación, agobiada de ver pollas de airgamboys y tras darme un bajón cuando me terminé la copa, no me lo pensé mucho. Cogí la puerta y me largué a casa. Porque es que estos tíos no me ponen nada. Claro que es para pasar el rato, pero de verdad, qué forma más tonta. En la segunda aguanté hasta el final, pero cuando salimos era tarde y ya no tenía ganas de ir de fiesta, así que lo mismo, me fui para casa. ¿Rarita? Pues igual. Pero, con lo que me gusta la fiesta y el cachondeo, para una vez que se juntan un buen puñado de amigas, ¿qué tal pasar toda la noche juntas de juerga, charlando, riendo y bailando? Y no me vale decir que juerga es ir a montar el numerito en una sala de Boys o disfrazarse de “algo” para divertirse más.

Dentro de unos días tengo una despedida. En esta el Boy es sólo uno y va a despelotarse al restaurante donde cenaremos. Sigo sin estar de acuerdo con la costumbre de ver pollas en la despedida -¿qué tiene de atrayente ver una polla como hecho aislado?-, pero en fin, la novia es un poco ñoña e igual es divertido y todo. Lo que sí sé es que el chupete-polla, biberón-polla, si los hay, se los van a poner las organizadoras.

Los tíos, cómo no, están pensando ir al Romaní. ¿Es que en los tiempos que corren alguien necesita esperar a este tipo de acontecimientos para “estrenarse”?

En fin, que me hace gracia.

4 comentarios

Hellcat -

Me uno a vuestros comentarios. he estado en dos despedidas de soltero y ambas fueron patéticas.
Bueno, en realidad también me repatean el resto de "reuniones sociales", a saber: bodas, bautizos y comuniones. No las soporto.

Akhesa -

JAJAJAJA. Sí. Interesante y digno de estudio. Digo yo que algún antropólogo debería sentirse interesado y estudiar esta curiosa forma de comportarse, porque igual se trata de una conducta ancestral e instintiva que escapa a la razón y a la conciencia. Quién sabe. Coincido con los dos en que es una forma tonta de celebrar algo, que muchos igual organizan de esta manera porque “es así”. Un beso y gracias por escribir.

MiTecerPie -

Yo solo he ido a una, y si, es cierto, hubo despelote de una impresionante mujer de caoba en el restaurante donde cenamos. Pero como estaba tan cerca, mas que animados, estábamos impresionados y algo cortados, aún no había suficiente alcohol corriendo por las venas. Luego NO fuimos de prostíbulos, somos un grupo raro que prefiere hacer del alcohol su modo de vida y de la copa su razón de ser, que al fin y al cabo es igual patético y caro que ir de putas, pero mas digno XDD.

Lo que si que no entiendo es la manía que tenéis las chicas de poneros pollas de goma en la cabeza en las despedidas…la polla como objeto de culto…interesante…

rásselas -

Curioso pues.
He ido a varias despedidas de soltero. Y lo nuestro es similar… pero con tetas y por supuesto ir al puticlub de turno y demostrar lo macho que se es… aunque la verdad que la mayoría no hace nada.
Estoy cansado de esa parafernalia, nunca había ido a un prostíbulo hasta esta última despedida, que nos recorrimos todos los habidos y por haber en la costa murciana. Me resultó degradante y patético, ver a casados con cuarenta tacos ya en el cuerpo saltando como orangutanes. Si llevo a ver tenido coche propio me piro.

Así, amiga mía que desde mi versión masculina estoy de acuerdo contigo