Blogia
Cartas desde mi celda

Persecución

Era viernes, y serían sobre las diez de la noche. Regresaba a casa después de un agotador día en la universidad, ya que me tocó hacer prácticas de cuatro asignaturas después de las clases. Casi sin fuerzas para andar, los últimos metros del recorrido entre la parada del autobús y mi casa me estaban resultando eternos, quizá porque la poca luz de la calle daba pocas referencias de la distancia real que recorrían mis pasos. Cuando me encontraba a la altura de la tienda de móviles, un hombre joven dobló la esquina de la bocacalle que yo acababa de cruzar y se incorporó a mi calle. No le di demasiada importancia. Me empecé a inquietar cuando el desconocido aligeró el paso pero no me adelantó, acercándose demasiado a mí sin un motivo aparente. Quise echar a correr, pero me dio un poco de vergüenza estar asustándome por nada, y sólo apreté el paso, sin atreverme a mirar hacia atrás. El desconocido hizo lo mismo, hasta que me alcanzó de nuevo. Noté su presencia a muy pocos centímetros, y fue cuando me asusté, porque empezaba a tener motivos para pensar que me seguía por alguna alarmante razón.

0 comentarios