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Cartas desde mi celda

Tres días

Llevo tres días seguidos sin fumar. Es fácil, muy fácil, aguantar cuando no rompo la rutina de un día normal de trabajo, así que poco mérito tiene. Lo de los tres días lo digo porque suele ser el tiempo que estoy fastidiada por las mañanas cuando fumo otra vez (eso si fumo poco, porque si me paso puede llegar a cinco o seis). Como no es de mi agrado despertar con la garganta llena de cristales y la nariz congestionada, me pregunto por qué soy tan idiota de seguir buscándolo, a sabiendas de que siete minutos de un cigarro significan varios días de malestar. Así nunca dejo de tener la garganta jodida. En definitiva, siempre es lo mismo, cuando se me pasa el efecto del tabaco después de unos días y me encuentro bien, se me olvida por completo lo malo y sólo pienso en lo bueno. Mierda de droga.

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