Blogia
Cartas desde mi celda

Ahí te quedas

No voy a contestarte, aunque no me faltan ganas. No voy a darte el placer de tener algo que arrojarme si hablamos alguna vez de esto. Eres una de esas personas que siempre tienen la razón, hagan lo que hagan. Tu razón, claro. Y si no convences te aferras a que eres así y punto. Y si te digo lo que pienso soy una borde, siempre estoy igual y te agobio. Y tú no tienes por qué aguantar eso porque eres así.

Siempre sospeché que nuestra “amistad” se mantenía por mi interés y mi esfuerzo. No me estoy echando flores, ha bastado dejar de llamarte para comprobarlo. Pero yo soy idiota, y tú lo sabes, porque si no, no me hubieras contado esa colección de trolas con las que te excusas en tu e-mail. Soy idiota porque, a pesar del daño que me hiciste, creí que conservar tu amistad valía la pena. Soy idiota porque necesito caerme muchas veces para darme cuenta de algunas cosas, como que sigues siendo un gran egoísta, que sólo se preocupa de su bienestar y para el que los demás somos un complemento que te pones cuando te apetece. Porque me consta que también tratas así a tus amigos. La única explicación que encuentro es que tengas tantos que no sepas con quién ir, pero lo que me extraña es que los conserves. Quizá algún día no tengas ninguno.

Te diría muchas cosas en respuesta a ese mail, pero no te las voy a decir. En persona, quizá. Cuando me llames porque no tengas con quién quedar, o te preguntes por qué las chicas no quieren estar contigo, o algún amigo te haya dado la espalda. No siento rencor, pero me da rabia que gente como tú tenga todo lo que nunca se ha currado y vaya por la vida haciendo lo que le da la gana. Me jode que me hayas querido comer la cabeza con tus problemas domésticos del fin de semana, que te impidieron hacer una llamada de aviso o enviar un mail antes de que yo te pidiera alguna explicación.

Pero lo que más me jode es que mucha gente ya me advirtió que esto pasaría.

0 comentarios